Los que de vez en cuando saltan a la opinión pública con algún invento revolucionario suelen ser científicos solitarios y a veces -las menos- hombres corrientes sin preparación específica, pero nacidos, no sabemos por qué misterio de la Naturaleza, con la chispa de la genialidad.
Las grabadoras, tan utilizadas hoy en día, fueron inventadas muchos años antes de su comercialización; sin embargo, cuando se presentó el proyecto a los científicos de turno, su pronunciamiento fue contundente: no se podía ir contra el tiempo y, por tanto, oír hoy lo pronunciado ayer era imposible.
Lo mismo le pasó a Edison con la lámpara incandescente. Los sabios de la reina Victoria alegaron que su invento iba en contra de la voluntad divina, pues si Dios hubiese querido que las noches estuvieran iluminadas, ya lo habría dispuesto así.
Podrían llenarse páginas con ejemplos como estos. Hay ocasiones en las que se realizan importantes descubrimientos que, si bien son comprendidos por las instituciones científicas, no son aceptados y llevados a la práctica, debido a que ponen en peligro ciertos intereses económicos y algunas creencias científicas que se habían tenido hasta el momento como axiomas. En estos casos, los autores del descubrimiento suelen ser callados de varias maneras hasta conseguir que su invento quede archivado por años, cuando no destruído. Si estas medidas no prosperan, el científico se ve sometido a todo tipo de presiones morales y físicas hasta acabar totalmente desprestigiado, condenado de por vida a una persecución implacable por parte de los estamentos de poder.
Cuando, a pesar de todo, uno de estos inventos revolucionarios consigue salir a flote y se lleva a la práctica, no es por mucho tiempo; enseguida, la “mano negra” e invisible, partidaria de que nada cambie si sus intereses se ven amenazados, hace inviable el proyecto.
Honorio Pérez Picasso es un hombre sencillo y rudo. No tiene estudios y casi presume de ello, aunque desde niño sintió una atracción especial por la electrónica. Ya adulto, decidió hacer un curso por correspondencia sobre esta materia y fue a partir de entonces cuando su semilla de genio empezó a germinar y a dibujarse en su cabeza las ideas de lo que puede ser el invento más revolucionario del siglo XX: obtener electricidad de la atmósfera. Algo más que un sueño, porque, después de muchos intentos, Honorio ha conseguido fabricar una central que “recoge las partículas eléctricas existentes en la atmósfera“.
Llegamos a visitarlo una mañana, casi rayando el mediodía. Menudo, soriente y parlanchín, tocado con una gorra de visera que jamás abandona, nos esperaba delante de su casa, allá por el Levante español, con dos de sus ayudantes a quienes está enseñando el nuevo y revolucionario sistema para la obtención de energía. “Vamos a ver el invento”, dijo sonriente y entramos en una especie de garaje que el llama su laboratorio, donde nos mostró una de las centrales de su creación. Era una caja de 60x30x30 centímetros con una serie de botones y amperímetros en la parte delantera. Por detrás podía verse su interior abarrotado de cables, condensadores, lámparas de radio y televisión, resistencias y otras piezas electrónicas, algunas de ellas de segunda mano.
El artefacto estaba colocado encima de una plataforma de madera, completamente aislada del suelo, provista de cuatro ruedas de goma para poder desplazarla con facilidad. Al principio estas cajas milagrosas eran aparatos mas rudimentarios, provistos de una pila de nueve voltios y de dos antenas que formaban parte fundamental del invento, ya que, según Honorio, una captaba las ondas del medio ambiente y la otra aprovechaba el magnetismo terrestre: “Se trata de un campo magnético de rotación con circuito de aire cerrado. En el espacio hay miles de ondas que no se sabe de qué son ni para que sirven. En este caso, se trata de una onda vibrante recta, de origen desconocido, sobre la que vamos descubriendo cosas a medida que investigamos. Por ejemplo, en las primeras máquinas que fabriqué, si bajaba las antenas, el aparato dejaba de funcionar, lo mismo que si lo recubría con una tela metálica. En definitva, lo que este aparato hace es convertir la energía de las ondas que captan las dos antenas en energía eléctrica“.
Sin entender nada, mirábamos la máquina por todas partes, queriendo descubrir el truco, algún enchufe que conectara la central a la red, pero fue inútil: no existía ningún cable que sirviera de acometida ni enlace exterior y nosotros damos cumplida fe de ello. Como si de un ritual se tratara, Honorio comenzó su demostración poniendo cara trascendente. Por si nos quedaba alguna duda, mojó con la boca el enchufe y lo conectó a continuación en la misma máquina. El milagro estaba servido. Justo encima de nuestras cabezas, 17 bombillas de 200W cada una empezaron a lucir!.
Honorio no hacía esfuerzo alguno por ocultar su entusiasmo, hablaba con vehemencia, pasando de un tema a otro, conectando y desconectando la pequeña central a cada momento para que comprobáramos su eficacia. “Nada por aquí, nada por allá; ni cables, ni conexiones, ni uranio, ni nada de nada“, comentaba jocosamente. “Con esto se podría dar luz a toda una ciudad. Solo habría que hacer una central más grande…Es lo que estamos intentando hacer en Cuba“.
En efecto, Honorio ha ido a la isla antillana, invitado por el Gobierno de Castro que, al enterarse de que este nuevo sistema de energía tiene un coste ínfimo, tanto de instalación como de mantenimiento, le ha encargado diseñar una enorme central que surtirá de energía eléctrica a la ciudad de Santiago.
Quisimos saber más y le preguntamos que otras aplicaciones podía tener su invento: “Esto sirve absolutamente para todo. Para todo lo que actualmente funciona con electricidad y para muchas otras cosas que funcionan con petróleo y sus derivados“, respondió un tanto molesto por lo que él entendía como una incomprensión de la trascendencia de su hallazgo. “También para los coches?”, insistimos. “Claro que sí, pero eso no conviene que se conozca… Hay muchos intereses. Nos han hecho creer que sin el petróleo no podemos vivir y eso es una mentira”. “Una empresa de automóviles iba a utilizar mi central para fabricar coches eléctricos. Fíjense qué beneficio tan grande para la humanidad y para el medio ambiente! Un coche que no contamina y encima nos sale prácticamente gratis!“, señala Honorio.
Efectivamente, hace algunos años estuvo en tratos con la compañía Ford, pero no llegaron a un acuerdo. “Lo que yo he descubierto lo puse en sus manos y lo rechazaron debido a intereses creados… Yo les habría dado el prototipo de una central capaz de mover un motor a mas de 8000 revoluciones y desarrollar una velocidad de 200 kilómetros por hora“.
Hace unos años, Honorio se paseaba por su ciudad a 50 kilómetros por hora en una camioneta equipada con un motor de su invención. Esto le causó algunos problemas con los directivos de la compañía eléctrica, quienes acudieron enseguida a que les contara su secreto y, de paso, a prohibirle salir a la calle con el vehículo.
Otro de los inventos geniales de Honorio es un teléfono para automóviles sin problemas de cobertura. De hecho, fuimos testigos de cómo una persona hablaba con un familiar a cientos de kilómetros desde un aparato que no estaba conectado a la red nacional de Telefónica. Honorio evita hablar de este asunto por los muchos problemas que le sobrevinieron a causa del casi mágico artilugio.
Se podría decir que hasta hace muy poco sus inventos no le habían causado más que disgustos. Hasta tuvo que pasar algunos días en la cárcel cuando, de forma totalmente casual, la noticia de su invento trascendió y llegó a conocimiento de las autoridades.
Fue un día en que toda la región quedó sin suministro eléctrico por una fuerte tormenta, para desesperación de los aficionados que seguían un partido de fútbol por televisión. Sin embargo, Honorio estaba en su casa completamente iluminada, sentado en su butaca viendo el encuentro. El propio alcalde fue a pedirle explicaciones del milagro. Y lo mismo que otros precursores dio con sus huesos en la cárcel por producir su propia energía.
Otra de las demostraciones que el inventor hizo fue usar su central para poner en marcha el rotor de un helicóptero que tiene delante de su casa, al que conectó una sierra con la que estuvo cortando troncos de madera de un grosor respetable con extraordinaria facilidad.
El invento de Honorio puede revolucionar la industria: un tipo de energía casi gratuita y no contaminante es la alternativa soñada por todos los ecologistas y defensores de la Naturaleza. Pero como el propio Honorio reconoce y nos repitió hasta la saciedad, “hay demasiados intereses económicos” que hacen inviable cualquier proyecto que los ponga en peligro. Solo así se explica que interesantes proyectos, auténticas experiencias piloto que estuvieron a punto de llevarse a cabo y que hubieran supuesto un gran avance para el ser humano, nunca llegaran a fructificar.
En cierta ocasión, el Gobierno Autónomo de Murcia, conocedor del increíble invento y de su alcance, se puso al habla con Honorio. Después de analizar debidamente el nuevo sistema para obtener energía, planificó utilizarlo para la instalación de una planta potabilizadora a partir del agua del mar.
“Nuestra idea era construir una planta experimental con unas placas solares y con mi máquina. Utilizaríamos las placas para calentar el agua hasta 80 ¢ 90 grados y después, con la máquina y la planta, se produciría agua para riego y para beber. El proyecto estaba pensado para producir 40.000 ¢ 50.000 metros cúbicos por día“.
Sin embargo, al final todo se quedó en nada. El proyecto corrió la misma suerte que el que tiempo antes había estado a punto de poner en práctica la compañía FORD.
Parece increíble que regiones que año tras año ven mermados sus cultivos de regadío precisamente por carecer de la preciada agua, den marcha atrás a una empresa que posiblemente resolvería gran parte de sus problemas. ¿Por qué? ¿De quién vino en este caso la orden? ¨Si es porque el invento no funciona, ¿cómo se explica que altos cargos del Gobierno de la Comunidad Murciana propiciaran y acompañaran a Honorio en su primer viaje a Cuba para que lo pusiera en práctica allí?
Entretanto, él recibe visitas de todos los rincones del planeta. Sean físicos, ingenieros o simples curiosos, todos sin excepción no saben qué decir ante su caja misteriosa capaz de extraer electricidad de la atmósfera, “sin pilas, sin uranio, sin nada de nada”.
La mayoría de los técnicos quieren saber dónde ha estudiado electrónica y él suele responder: “Tengo muchos libros de electricidad y muy buenos, pero ninguno me sirve para esto. Mi descubrimiento va contra toda lógica”. (Magdalena del Amo-Freixedo. Fuente: ENIGMAS del Hombre y el Universo. Septiembre 96).
Este artículo me ha dado que pensar. Digo que me ha dado que pensar porque si bien es conocido que el hombre es capaz de extraer electricidad de la luz (células fotoeléctricas), ¿por qué no puede hacerlo del resto de las ondas electromagnéticas “no visibles”?
La luz es exactamente eso, una onda electromagnética con una frecuencia tan alta que sea visible al ojo humano. Si el invento de este señor se llegara a desarrollar…¿qué ocurriría? :
1.- Desaparecerían todas las centrales generadoras de electricidad: hidroeléctricas, fotoeléctricas, heólicas, nucleares, etc…
2.- La energía eléctrica pasaría a ser tremendamente gratuita, ya que no habría que pagar la generación de dicha energía, sino sólo la distribución y mantenimiento de la red de distribución. ¿Cuanto cuesta mantener un cable que está enterrado?
3.- ¿Quién necesita cantidades ingentes de energía? : la industria. Por lo tanto aquí tenemos una reducción más que significativa de los costes de producción de todos los artículos manufacturados.
4.- Desaparición de la dependencia de TODOS los combustibles fósiles. ¿Para qué se utilizan los combustibles fósiles? Sobre todo para el transporte. ¿No existen trenes eléctricos? ¿Por qué no existirían coches eléctricos? Actualmente hay prototipos de estos coches, pero su precio y prestaciones los hacen poco atractivos para el público. ¿Y el butano? ¿Y el propano?… Entonces, ¿por qué no se desarrolla el “descubrimiento” de Honorio? Seguro que habría alguien a quien esto no le acabaría de gustar: Los países productores de petróleo, las multinacionales automovilísticas, las compañías eléctricas (sobre todo privadas), etc…
Esto no es más que otro ejemplo de la descarada manipulación a la que estamos sometidos diariamente por parte de los poderes fácticos. Pensar en esto…
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