Era el año 1901 y el Signor Mauro Pansini, un empresario de la construcción, y su familia se mudaron a una casa más grande cerca del ayuntamiento de Ruvo de Apulia en Italia. La casa era vieja y necesitaba trabajo, sin embargo el señor Pansini tenía las habilidades necesarias para mejorarlo. Poco sabía él y su familia que la mudanza era el empezar de una serie de eventos improbables y misteriosos.
Pocos días después de la mudanza, cosas extrañas comenzaron a suceder. Algunos objetos se movían alrededor, aparentemente sin que nadie en la familia los tocara. Rápidamente, no obstante, la situación empeoró. Los artículos fueron inexplicablemente arrojados por la casa y descubrieron que incluso su vajilla se había roto.
El Señor Pansini tenía dos hijos – Alfredo y Paolo. por desgracia, el poltergeist no estaba contento con la destrucción de sus pertenencias, y decidió tomar un interés en el joven Alfredo – entonces de sólo siete años de edad.
Una tarde, Alfredo estaba en casa. De pronto cayó en un estado de trance y empezó a hablar y recitar en francés, latín y griego – lengua que no conocía o no entendia. Su familia se sorprendió por este giro de los acontecimientos. En las próximas semanas, este episodio se repiitio. Finalmente en la desesperación, el Señor Pansini envió a Alfredo a un seminario local. La extrañeza se detuvo de inmediato.
La paz y la tranquilidad continuaron durante tres años y los Pansini sintieron que tal vez el poltergeist había sido exorcizado enviando al joven Alfredo a la iglesia de la escuela. En 1904, decidieron que ya era hora de que Alfredo volviera a casa, después de todo, no hubo informes de rarezas en el seminario y su casa habían estado en silencio todo este tiempo. Esto sería un error de juicio.
Alfredo, ahora de diez años de edad, regresó a su casa y en poco tiempo una nueva serie de extrañeza comenzó a manifestarse, pero esta vez también involucro a su hermano menor, de ocho años de edad, Paolo.
En una mañana húmeda, los niños y sus padres decidieron navegar barquitos de papel en el canal frente a su casa. El Señor Pansini luego entró a su casa, después de dejar en claro que debían volver a casa en 30 minutos. Treinta minutos más tarde, no había rastro de los chicos. El Señor Pannsini busco en el barrio, pero no encontró nada. Él estaba bastante molesto por sus actitudes.
Al regresar a casa de mal humor, oyó el timbre del teléfono. Se fue rápidamente y contestó. La voz en el otro extremo, dijo que era el padre Vennetti en el Convento de los Capuchinos, en Malfatti, a treinta kilómetros de distancia. Afirmó que los chicos estaban allí con él.
¿Cómo podrían los chicos haber viajado más de treinta kilómetros en menos de media hora? Cuando el señor Pansini llegó al convento, allí le esperaban en el hall de recepción. De acuerdo con los monjes, los muchachos llegaron misteriosamente y estaban en un estado hipnótico profundo.
El señor Pansini, confundido por el inexplicable evento, llevó a los niños a casa y les dijo que se quedara en su habitación por el resto del día. Después de verlos en la cama, cerró la puerta tras de sí. Unos minutos más tarde decidió comprobar si ellos estaban allí. Para su sorpresa habían desaparecido de una habitación cerrada.
En ese mismo momento, a 15 kilómetros de distancia, el hermano del señor Pansini oyó que llamaban a su puerta. Cuando abrió la puerta se encontró con sus sobrinos en la puerta mirando aturdidos y sin saber dónde estaban. Una vez más se habían movido a través del espacio, más allá de la tecnología de la época.
Esto, sin embargo, no fue el fin de sus extraños viajes. Un relato posterior habla de un pescador sentado en su barca reparando las redes. De repente y sin previo aviso, los hermanos Pansini aparecieron en su barco a pocas kilometros mar adentro desde el puerto de Baletta en el Mar Mediterráneo.
Sus padres estaban profundamente preocupados y pidieron al Obispo de Bitonto ayuda. Intrigado por la historia, el obispo visitó la casa de la familia y fue conducido a la sala de estar. la Sra. Pansini llamó a los dos muchachos y comenzó diciendo al obispo de los problemas y la extrañeza que había estado ocurriendo a la familia. De repente y sin previo aviso, los dos niños desaparecieron de la habitación delante del Obispo. Habían “viajado” de nuevo!
Algún tiempo después, Alfredo comenzó a exponer otras habilidades mientras estaba en trance. Él contestaba preguntas mentales a través de la escritura automática. Cuando las personas cuestionaron el espíritu, mencionaron que era responsable de la teletransportación y fue mediante la desmaterialización de sus cuerpos.
Nadie pudo explicar el extraño fenómeno. Científicos italianos que estudiaron el caso sugirieron que los chicos se movían cuando estaban en trance, pero se olvidaban de él cuando despertaban. No obstante, esto no explica las distancias recorridas. Ni tampoco explica lo que varios testigos juraron que vieron, o la carencia de testigos que vieron a los chicos ‘en el camino’.
¿Que causo la teletrasportación de los niños? ¿Tenian los niños algún don especial cuando entraban en “trance”? Actualmente los científicos han logrado teletransportar átomos, aunque las distancias son pequeñas, los científicos creen que la teletransportación a grandes distancias en el futuro es prometedor. Teniendo esto en cuenta, y que todos nosotros estamos formados de átomos ¿es posible que el ser humano tenga una especial habilidad – olvidada hace miles de años – capaz de recorren grandes distancias de forma instantánea, al igual que estos niños italianos? Quizás.
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